El sistema de justicia penal japonés no ha cambiado mucho desde el siglo XV hasta hoy en lo que atañe al trato a los sospechosos, que sigue basándose en gran medida en obtener declaraciones mediante tortura y malos tratos. El sistema de justicia criminal asume que los interrogatorios son a menudo largos e intensos y a veces coercitivos. Hakamada soportó 23 días de interrogatorios de hasta 16 horas diarias, durante los que fue golpeado y amenazado, sin permitirle dormir, comer, beber o ir al baño. El 6 de septiembre de 1966, firmó la declaración en la que se inculpaba del asesinato múltiple, del robo y del incendio. La policía y el fiscal le convencieron de que si realmente era inocente, en el juicio saldría a relucir la verdad. Un funcionario redactó su confesión e Iwao, agotado física y psíquicamente, anotó su nombre y se desplomó sobre la mesa. Uno de los policías agarró su mano, aplastó su dedo sobre un tampón de tinta y plasmó su huella dactilar en el documento en el que se leía: “Yo soy el que mató a la familia del jefe. Lo siento mucho. A partir de ahora contaré todo lo que pasó”.
Iwao con un perrito en brazos hacia 1944. Álbum de la familia Hakamada.
Iwao en Hamakita, su pueblo, antes de cumplir los 20 años de edad.
Iwao (sentado a la izquierda), su hermano (de pie con un pañuelo en la cabeza) y dos amigos en Hamakita.
Ese mismo día Iwao firmó dos declaraciones más: una de cinco páginas y otra de 76. Ninguna de las tres declaraciones fue leída previamente por Hakamada ni le fue leída en voz alta por la policía. En la mayoría de las democracias, una confesión obtenida después de más de 200 horas de interrogatorio se consideraría involuntaria, poco fiable e inadmisible como evidencia. Pero no en Japón. Entre su arresto y su declaración, Hakamada fue interrogado durante 264 horas, y en todo ese tiempo, solo se le permitió hablar con sus abogados en tres ocasiones por un total de 37 minutos. Además, ninguno de sus interrogatorios fue grabado ni transcrito literalmente. Los abogados defensores de Hakamada han mantenido siempre que las confesiones firmadas por él seguían un guión que la policía había escrito varias semanas antes de su detención.
El sistema de justicia penal japonés no ha cambiado mucho desde el siglo XV hasta hoy en lo que atañe al trato a los sospechosos, que sigue basándose en gran medida en obtener declaraciones mediante tortura y malos tratos. El sistema de justicia criminal asume que los interrogatorios son a menudo largos e intensos y a veces coercitivos.
Un año más tarde, en 1967, durante la celebración del juicio, Iwao se retractó de la confesión y declaró que la policía le había torturado durante días. En el juicio, el propio Hakamada le preguntó a uno de sus interrogadores: “¿No es verdad que lo que los detectives llaman ‘mi serie de confesiones’ es de hecho una historia de misterio ficticia que inventaron en sus propias mentes?”
En el juicio, los especialistas forenses afirmaron que no podían asegurar que la gota de sangre en la ropa de dormir de Iwao perteneciera a los fallecidos por que era insuficiente para ser analizada, pero esto no cambió nada. La prueba se desechó, pero los fiscales, que de acuerdo con la ley en Japón no están obligados a presentar todas las pruebas de una vez, declararon entonces que la policía había encontrado las prendas de ropa del asesino empapadas en sangre y sumergidas en un barril de miso, y que estas pertenecían al acusado. Los abogados de Iwao afirmaron que sospechaban que estas prendas habías sido colocadas ahí por la policía para incriminar al acusado. Iwao tampoco reconoció la ropa como suya e incluso se pudo comprobar en el juicio que las prendas eran muy pequeñas para su complexión. Pero eso tampoco fue un argumento exculpatorio para los jueces.
En septiembre de 1968, dos años después de su detención, fue condenado a la horca. Los abogados presentaron una apelación que fue rechazada en 1976 por el tribunal de Tokio y en 1981 por la Corte Suprema. Con la condena en firme, Iwao fue trasladado al corredor de la muerte de la prisión de máxima seguridad de Tokio.
Iwao Hakamada en Hamakita hacia 1956.
Fotografía promocional del combate de boxeo celebrado el 19 de abril de 1961 en el Rizal Memorial Coliseum, en Manila, Filipinas. Iwao (a la derecha) frente al boxeador filipino Marcing David.